Espectacular, fantástica, mágica, subversiva, creativa, asombrosa o deslumbrante, son solo algunos calificativos que bien merecido tiene esta obra fascinante de Yorgos Lanthimos titulada “Pobres Criaturas”, basada en la novela homónima “Poor Things”, de Alasdair Gray publicada en 1992. Lanthimos, director de cine y teatral griego, de quien conocíamos previamente su trabajo como director en “La langosta” y “La favorita”, ha dejado una huella imborrable en la cinematografía mundial, “por su estilo único, surrealista y provocador en contar sus historias en base a una aguda observación de la condición humana, que se ve reflejada en actuaciones soberbias de sus elencos protagónicos”, y “Pobres Criaturas”, no es la excepción, sino más bien el top de su buen hacer… hasta ahora.
La película, que es una ingeniosa combinación de factores entre comedia negra, fantasía, ciencia ficción, aventuras, romance gótico, y misterioso drama épico, está ambientado en un Londres steampunk (1) retrofuturista de la época victoriana, donde vive Bella Baxter (una inconmensurable Emma Stone, en el mejor papel de su vida), una joven inglesa que se suicida para escapar de los malos tratos de su esposo. Su cadáver, no obstante, es rescatado por un brillante y poco ortodoxo profesor de anatomía, Godwin Baxter (Willem Dafoe), que se propone resucitarla implantándole el cerebro, aún vivo, del feto, y al que Bella identifica como su Papá, un poco siguiendo la línea del Frankenstein o el moderno Prometeo, la novela de Mary Shelley.
La nueva criatura, con cuerpo de mujer adulta y cerebro incontaminado de bebé, se muestra ansiosa por aprender de la vida, de ella misma y del mundo. Por tal razón, se marcha un día de su hogar con Duncan Wedderburn (un sobresaliente Mark Ruffalo), un abogado perverso, y aprovechado de su condición física y mental, para embarcarse en una odisea de autodescubrimiento, empoderamiento y liberación sexual que no conoce la vergüenza ni el pudor, al estar libre de los prejuicios de su época.
En lo particular, me dio tanto gusto que, en esta travesía marítima por el Mediterráneo, pudiéramos ver, aunque sea en un pequeño cameo a la célebre actriz y cantante alemana, Hanna Schygulla, interpretando a Martha Von Kurtzroc, a quien el abogado Duncan Wedderburn, está a punto de lanzar al mar. Entre su aclamada filmografía recordamos títulos como “Las amargas lágrimas de Petra von Kant” (1972). “El matrimonio de María Braun” (1979), “Berlin Alexanderplatz” (1980). “Lili Marleen” (1981). “Historia de Piera” (1983) y “El futuro es mujer (1984)”. Las primeras 4 bajo las órdenes de Rainer Werner Fassbinder, y las últimas 2, bajo la dirección de Marco Ferreri.
Dos consideraciones finales: Si de mí dependiera, le daría el Oscar sin pensar a Yorgos Lanthimos, como Mejor Director, y a Emma Stone, el de Mejor Actriz, por su salvaje y satírico retrato de una mujer de espíritu libertario enfrentada al conservadurismo de la sociedad. La segunda, una apreciación artística, relacionadas con dos términos Steampunk (1) Definido como un “subgénero literario nacido dentro de la ciencia ficción especulativa que surgió durante la década de 1980 de la mano de escritores conocidos por sus trabajos ciberpunk” (2).
El Steampunk, “incorporaba tecnologías y estéticas retrofuturistas inspiradas, aunque no exclusivamente, en la maquinaria industrial de vapor del siglo XIX. A día de hoy, este subgénero ha madurado hasta convertirse en un movimiento artístico y sociocultural y no tan solo literario. El steampunk se desenvuelve en una ambientación retrofuturista donde la tecnología con vapor sigue siendo la predominante (la ingeniería eléctrica existe, pero es testimonial) y por lo general localizada en Inglaterra durante la época victoriana, donde no es extraño encontrar elementos comunes de la ciencia ficción o la fantasía”.
(2) Ciberpunk: “Es un subgénero de la ciencia ficción, conocido por reflejar visiones distópicas del futuro en las cuales se combinan la tecnología avanzada con un bajo nivel de vida.
