En las noches de dolor, sea
nuestra carne o que embargue
nuestra alma entera,
las horas nos parecen
inverosilmente eternas,
el alma languidece,
las vertientes de nuestra vida
se vuelven vacías y desiertas,
Se obnubila nuestra mente,
no hay paz…todo es llanto y tristeza…
pareciera en ese instante que
nuestra misma ruta por el mundo
no valiera la pena,
y que la muerte pareciera
la única quimera salida,
para encontrar con ello la paz
cierta y perpetua,
a ese suplicio, que a nuestro ánimo
la vuelve prisionera…
pero un día, Oh Dios! un día…
al encontrar el ansiado bálsamo de alivio,
retorna finalmente nuestra interna alegría
y otra vez…y otra vez
ansiamos vivir!
Marco Tulio Medina
Tegucigalpa, M.D.C.
13 de abril del 2024