1 La Casa Club en Germania centro de recreo de la colonia alemana residente en Tegucigalpa.
Hace muchos años, maestros y alumnos en los niveles primario y secundario, desarrollaban actividades que interrelacionaban a educadores y educandos, generando con ello además de la comunicación, positivas enseñanzas que fortalecían la formación del niño y el joven.- Esa relación se ha perdido y maestros y alumnos adolecen de esa relación que genera además de conocimientos un entendimiento de las cosas que nos rodean y forman la identidad nacional.
Las excursiones a sitios ubicados en los alrededores de la ciudad, costumbre implantada por el Padre Reyes con sus discípulos, nos permitía conocer la naturaleza, los parajes que constituían atractivo y que en un solo día, a pie, nada de buses o taxis, a puro “pincel”, saliendo muy temprano y retornado a la caída del sol, nos dejaban experiencias y conocimiento del entorno de la ciudad.
Ir a la laguna del Pedregal por los senderos del Berrinche, tomar los atajos del Picacho para ir al Piliguín, por esa misma ruta llegar hasta la Tigra para conocer el bosque nublado y la diversidad de árboles de hoja ancha, ir a Germania conocer la Casa Club de las familias alemanas(FOTO 1) bañarse en las pozas del Río Grande disfrutando las aguas frías del río , llegar a la Mololoa y conocer las bocas de mina explotadas en Santa Lucía por los mineros coloniales, pasear por El Hatillo detenernos en su iglesita (FOTO 2) hasta llegar al Trigo, caminar desde Tegucigalpa por la vieja carretera a Olancho pasando por San Antonio de Leche y llegar al puente Hernando López o por rumbo opuesto a Las Casitas, constituían en aquel entonces experiencias inolvidables que compartían los mentores con sus discípulos.
Disfrutar de los pinares y rincones donde encontrábamos las moras en el paseo por la vieja carretera al Oriente hasta el desvió de Tatumbla con el camino hacia Cantagallo (FOTO 3) o almorzar las burritas de frijoles con queso y mantequilla a la ribera del río Choluteca por el Vacilón (FOTO 4).
En cada excursión se aprendía algo, no era únicamente el paseo, el maestro se preparaba para enseñarnos los valores históricos y naturales de los lugares que visitábamos y ello nos servía para conocer lo que teníamos y a recrearnos sanamente en un ambiente diferente al salir de las aulas.
Disfrutar de paseos por las calles del viejo poblado que los nativos conocían como Surcagua y que los frailes mercedarios dieron el nombre de Santa Lucía, visitar su antigua iglesia donde en su retablo luce el secular Cristo Negro (FOTO 5)
Recordamos las veladas en las escuelas y colegios, que eran también otras expresiones para mantener la cultura, la declamación, el canto y las dramatizaciones cívicas , servían para conocer las aptitudes artísticas de la niñez y la juventud, los maestros organizaban los eventos en los patios donde se montaban escenarios y los alumnos bajo la dirección de ellos realizaban las presentaciones.
Inculcar el conocimiento de las figuras estelares de nuestra historia en los actos cívicos, representaba otra esencia de la educación, incentivando conciencia en saber lo que representaban para Honduras las ejecutorias que en el pasado tuvieron Lempira, Morazán, Herrera, Cabañas, Reyes, Rosa, Molina y otros fulgurantes ancestros de nuestra nacionalidad.
Maestros, alumnos y padres de familia constituían una verdadera familia educativa, en ese trípode de formación existía una comunión que dejaba huella al moldear a niños y jóvenes que salían de las aulas preparados para la Universidad o para defenderse en otras actividades de la vida.
Hay una generación que sobrevive que al leer éstas remembranzas revivirán, los que estudiaron en el San Miguel al padre Laureano Ruiz, al padre Nielsen y a otros educadores que les prodigaron sus enseñanzas en el colegio salesiano (FOTO 6) los que se prepararon en el Central de Varones recordarán a maestros como Vicente Cáceres, Abelardo R. Fortín, Carlos Antonio Aguilar, Saúl Zelaya Jiménez, Ramón Carías Donaire, Gustavo Adolfo Alvarado, Miguel R. Bárcenas, Federico Leiva, Francisco Guevara, Armando Ramos, Fernando Carías, Carlos Pedroza, Salvador Colindres y los que estuvieron en el San Francisco han de recordar al Padre Pascual De Canio, al padre Humprhey, a Carlos Palma, al Profesor Zacapa, Oscar A. Flores y a otros maestros del colegio dirigido por los frailes franciscanos.
Las féminas de esa época en el Central han de recordar a la inspectora Sergia Planas, a las maestras Rosario de Córdova, Estela de Castro, Adela de Angulo (FOTO 7) , a Doña Alba Martínez , la Profesora Palacios, a Miss Valerie Roberts de Valenzuela, Madame Elena de Sagastume, Inés de Haddad y otras distinguidas mentoras
Y muchos recuerdos desfilaran por las mentes de aquellas jovencitas del ayer que estudiaron en el Colegio Mará Auxiliadora ubicado en el Barrio Abajo (FOTO 8) donde moldearon su educación y acentuaron sus devociones religiosas.
Ah tiempos aquellos donde existía conciencia en padres de familia, maestros y alumnos notoria ausencia en el presente que presagia un oscuro futuro para el hondureño del mañana.
Hasta la próxima semana.
