La debilidad de los partidos políticos

MA/2 de July de 2024/12:35 a.m.

Rafael Delgado

La política hoy más que nunca muestra una de sus caras más pobres en Honduras. No existen mensajes de esperanza, avalados por trayectorias personales de verdadero compromiso con las transformaciones del país. Tampoco existe el debate de ideas ni de propuestas en los protagonistas que indicarían mucho sobre la calidad del ambiente político. Lo que se manifiestan son insultos, traiciones, engaños, revanchas, intenciones personales por escalar una posición más, para después seguir escalando más, dejando detrás, como ha sido la tradición en el pasado, ejecutorias pobres, hojas vacías en cuanto a logros en sus pasos por la administración pública y la política.

Las últimas semanas han estado plagado de ese tipo de manifestaciones en donde se mueven las piezas de un juego que no llega al verdadero ajedrez político que deseáramos. La costumbre inveterada es de un grupúsculo de personas reunidas por convocatorias secretas, a la que asisten por inquietudes, resentimientos, miedos, su sed y hambre, que en ese momento coinciden y se sintonizan para la ejecución inmediata de acciones. Esas circunstanciales y personales coincidencias aparecen públicamente y se denominan alianzas, pactos o acuerdos, pero que nacen vacíos de verdaderos contenidos políticos. Toman vida y mueven el ambiente gracias esa red de contactos y seguidores fieles, carentes igual que sus jefes, de auténticos intereses nacionales quienes se dedican a repetir y a apoyar las intenciones de este o aquél en su apresurada carrera por alcanzar o seguir en el poder.

La institucionalidad política de todos los partidos políticos en Honduras, esas estructuras construidas en base a un conjunto de reglas democráticas, se convierten en poca cosa, ante las acciones de esos supuestos estrategas políticos que solamente se mueven por el sonido de sus tripas. Pero allí apareced el nombre y el membrete del partido, instrumentalizado avalando o rechazando algo que poco tiene que ver son los objetivos institucionales. Eso es la costumbre que prevalece en partidos viejos y nuevos, grandes y pequeños. En ese contexto, la verdadera política, la auténtica articulación de intereses sociales enfrentados y que deben encontrar solución mediante la discusión y el convencimiento, desaparece.

Los miembros de las instituciones políticas del país están en deuda con la ciudadanía. De ellos se espera de una respuesta contundente a tanto abuso de muchos, quizás no todos, de sus supuestos líderes; se esperan una actitud más congruente con el país. Por ello la necesidad de membresías partidarias mejor formadas de su misión y tareas concretas, mucho menos comprometidas con los caprichos de sus patrones y mucho más en sintonía con la política en su verdadero sentido de la palabra. Creo que como en la gran mayoría de los casos la educación es fundamental, algo que quizás intencionalmente se olvida en la vida de los partidos políticos en el país.

Las elecciones internas de los partidos políticos se acercan nuevamente y se realizarán en ese ambiente sumamente débil. Nada se ha hecho desde las cúpulas partidarias, ni desde el gobierno para mejorar. Temo que será la misma carrera desenfrenada por llevarse el triunfo a cualquier precio y con todos los medios a la disposición, en donde todo será válido; con resultados electorales que en muchos casos no tendrán nada que ver con la voluntad libremente expresada y cuidadosamente aceptada.

Por ello es necesario hacer algo al respecto para que ese primer ejercicio, antes de las elecciones generales, sea realmente un filtro efectivo que vaya calificando a los mejores aspirantes a los puestos de elección popular. Se trata de un esfuerzo integral que debe iniciarse con la nominación de excelentes candidatos a la presidencia por parte de las corrientes internas; por nominaciones a cargos de elección popular que transmitan la idea que se trata de un evento donde el talento, la capacidad y la identificación con los valores democráticos son los criterios para la escogencia; pasando por una campaña política de contenidos y sin el financiamiento del crimen organizado. Finalmente es importante sacar las manos sucias de la mesa electoral. Esta debe ser manejada por jóvenes universitarios previamente formados en la dinámica del evento electoral por una institución técnica para que los asquerosos fraudes del pasado sean precisamente eso, del pasado.