Tiempo de vals para Diana

MA/25 de June de 2024/12:07 a.m.

Por: Guillermo Fiallos A.

“Tiempo de vals es el tiempo hacia atrás…, donde hacer lo de siempre es volver a empezar cuando el mundo se para y te observa girar…, ¡es tiempo para amar! Tiempo de vals, tiempo para sentir y decir sin hablar y escuchar sin oír: un silencio que rompe en el aire un violín…, ¡es tiempo de vivir!”.

Así comienza una melodía que debido a la poesía contenida en su letra y a los acordes creados para la misma, se ha convertido en un clásico de todos los tiempos. Creada por el compositor José María Cano, quien formó parte de la banda española Mecano, la cedió al inolvidable grupo Mocedades allá por la década de los 80 del siglo pasado; a pesar de la perfección vocal de este, la canción pasó sin pena ni gloria. Luego, fue adjudicada a la cantante dominicana, Ángela Carrasco. Ella con una voz y capacidad histriónica impresionantes, tampoco logró que aquella lírica transformada en música, se convirtiera en un éxito.

No obstante, a mediados de 1990, Chayanne, un cantante puertorriqueño, la llevó al estrellato y la inmortalizó en el gusto de la audiencia de habla hispana. Desde entonces, Tiempo de vals, es un himno en las fiestas de 15 años, matrimonios y hasta graduaciones.

Recuerdo que cuando mi pequeña hija –hoy convertida en una profesional— se graduó del Jardín de Infancia; esa fue la canción que bailamos los padres de familia con los graduandos.

En esta oportunidad, utilicé el título de esa interpretación musical, para brindar un modesto homenaje a una adolescente, quien estaba próxima a cumplir sus 15 años. Se tenía planificada una fiesta y el ritmo que abriría el festejo sería: Tiempo de vals.

La jovencita de nombre Diana y que residía cerca de Sabanagrande, Francisco Morazán, murió días antes de su celebración pues su organismo –según se sospecha y comenta–, no pudo soportar los efectos nocivos del dengue. En la red, circula un video –extremadamente conmovedor—; en el cual aparece el ataúd con el cuerpo de Diana y se puede observar, el cortejo de damas y caballeros juveniles impecablemente vestidos tal y como asistirían a la fiesta…; y comienzan a bailar con la melodía Tiempo de vals de fondo. Con una cadencia llena de dolor, se deslizan por una pista de cemento alrededor del féretro que contenía el cuerpo inerte de la muchachita. Se escuchan aplausos y gritos desgarradores reclamando el porqué partió una vida tan tierna hacia el más allá. Presenciar ese video es una experiencia excepcional.

Es doloroso saber lo que le pasó a Diana. La tragedia llegó a su breve existencia y arremetió con potencia cruel a su familia; la cual aún no se recupera de este episodio que la marcará para siempre. Un zancudo provocó este desenlace fatal y extinguió los sueños de una quinceañera, quien se presentaría al mundo, con su mochila cargada de ilusiones y metas.

Para Diana, en el plano terrenal, ya no habrá futuro. Sus esperanzas se las llevó un viento gélido; su risa y alegría ya solo quedaron en los rincones de los recuerdos de sus amigos y familiares; quienes saben que, en una fría sepultura, yace su cuerpo, pero su espíritu siempre estará con ellos. Sin embargo, ese día también, fue de alegría para Diana, pues un nuevo ángel arribó al cielo y, seguramente, desde allá, observó cómo sus jóvenes amistades, le rendían un tributo inolvidable al bailar el vals que ella no pudo.

La comunidad ha quedado impactada con este suceso que hizo derramar lágrimas a muchos. Este triste acontecimiento es una noticia que, para algunos, quizá, no tiene impacto nacional; sin embargo, es una vida la que se llevó la enfermedad. Nunca sabremos si fue producto de la fatalidad, del descuido comunitario o de la desidia gubernamental al abordar sin seriedad y tardíamente este tema del dengue.

Mientras tanto, Diana ya cruzó los portales de la eternidad y aunque su paso por esta tierra fue corto, ella era un alma inocente que se ganó la felicidad perpetua, donde no existe sufrimiento alguno.

¡Felices 15 primaveras hasta el cielo, Diana!: “Tiempo de vals, tiempo para viajar por encima del sol, por debajo del mar sin saber si te llevo o me dejo llevar…; ¡no es tiempo de verdad!”.