Humor terapéutico

MA/1 de May de 2024/12:09 a.m.

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José María Leiva Leiva.

Confieso que desde pequeño siempre me deleité escuchando y contando chistes… me fascinaba estar reunido con los amigos de mi infancia y juventud y centrar nuestras pláticas alrededor de los chistes de ocasión. Era una gozada, incluso hasta competíamos por quien sabía más o mejor los contaba y divertía. En casa, era lindo compartirlos en momentos de ocio, con mi familia, particularmente con mi progenitor, José María Leiva Vivas, y mi hermano menor José Erick, con quien todavía hoy que somos mayores, lo seguimos haciendo. En este sentido puedo decir, que fui un niño privilegiado, siempre dispuesto a la alegría, al saber y al entretenimiento.

Con el correr de los años llegaron los títulos y viajes académicos, la formación de mi propia familia, la docencia universitaria, los escritos en este prestigioso rotativo, los libros publicados (uno de ellos, precisamente sobre la risa), el ejercicio como profesional de la abogacía, y por desgracia, también los serios quebrantos de salud, más nunca renuncié a la alegría y el buen humor, como una especie de terapia con un mensaje sano y colorido que aplacara las molestias y las dolencias que impactaron en mi carácter y mi forma de ser.

Y como el sentido del humor nos ayuda a vivir la vida de manera positiva, lo invito a reír conmigo de la manera más saludable posible con la siguiente selección. Un primer relato se refiere a la comunicación que se hace en cadena, y la consecuente distorsión que suele ocurrir del mensaje original cuando va de persona a persona. Veamos: El presidente de la compañía le dice a su gerente general: “El lunes próximo, a eso de las siete de la noche, el Cometa Halley se hará visible. Es un acontecimiento que ocurre cada 78 años; reúna a todo el personal en el patio de la fábrica, todos usando cascos de seguridad, que allí les explicaré el fenómeno. Si llueve, este raro espectáculo no podrá ser visto a ojo desnudo. En tal caso, todos deben dirigirse al comedor donde se exhibirá un documental sobre ese mismo tema”.

El gerente general al jefe de producción. Por orden del presidente, el lunes a las siete de la noche aparecerá sobre la fábrica, el cometa Halley. Si llueve, reúna a los empleados con cascos de seguridad y llévelos al comedor, donde tendrá lugar el raro espectáculo, que sucede cada 78 años a ojo desnudo. El jefe de producción al supervisor. A solicitud de nuestro gerente general, el científico Halley, de 78 años de edad, aparecerá desnudo en el comedor de la fábrica usando casco, pues será presentado un documental sobre el problema de la seguridad en días de lluvia.

El supervisor a su asistente. Todo el mundo desnudo, sin excepción, deberá estar en el patio el lunes a la siete, donde el famoso músico Halley mostrará el video bailando bajo la lluvia. El show se presenta cada 78 años. Finalmente, el asistente a los empleados. El jefe cumplirá 78 años el lunes y habrá una fiesta en el patio y el comedor con el famoso conjunto Halley y sus cometas. Todo el que quiera, puede ir en pelotas, pero usando casco, pues se va a armar un tremendo vacilón, aunque llueva”. Desde luego, hay maneras de decir las cosas.
Luego tenemos otro episodio que parece un chiste, pero que encierra una forma de actuar y de ser de la corrupción que suele darse en los países latinoamericanos, verbigracia, el nuestro en el tema de la contratación del Estado y las licitaciones amañadas. Veamos: “Un gobernante de un país desarrollado decidió pintar la Casa Presidencial, y pidió tres cotizaciones. Un contratista chino, tres millones. Contratista europeo, siete millones. Y contratista latino diez millones. Después de un rato se le preguntó al chino porqué pedía tres millones. El chino dijo: Un millón en pintura, un millón en mano de obra y un millón de ganancia.

Luego le preguntaron al europeo porqué pedía siete millones. El europeo contestó: tres millones en pintura de alta calidad, dos millones en mano de obra especializada, y dos millones de ganancia. Finalmente le preguntaron al latino porqué diez millones. El latino respondió: Son tres millones para usted, cuatro millones para mí, y con los tres millones que sobran le pagamos al chino para que pinte”.

El siguiente es un relato de lógica, que narra la visita a un instituto psiquiátrico. El visitante le pregunta al director, qué criterio se usaba para definir si un paciente debería o no ser internado. Bueno, dijo el director, hacemos la prueba siguiente: Llenamos una bañera, luego al paciente le ofrecemos una cucharita, una taza y un balde y le pedimos que vacíe la bañera. En función de cómo vacíe la bañera, sabemos si hay que internarlo o no y con qué tratamiento empezar. Ah, entiendo –dijo el visitante-, una persona normal usaría el balde porque es más grande que la cucharita y la taza. No –dijo el director- una persona normal sacaría el tapón… usted qué prefiere: ¿una habitación con o sin vista al jardín? Pregunto: ¿Alguien más pensó en el balde?

Por último: el presidente de una nación –que no es la nuestra-, viaja a un país pobre y pide reunirse con todos los niños y les dice: “Les traje como regalo a cada uno de ustedes un videojuego”. El encargado de los asuntos del presidente se acerca y le dice: “Pero señor, estos niños no comen desde hace dos semanas”. Entonces el presidente dice en voz alta: “Ah no! ¡Si no comen, entonces no hay videojuegos!”.