ALGO QUE LEÍ: ¿Un Partido Liberal de Honduras “antifrágil”?

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9 de julio de 2024
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ALGO QUE LEÍ: ¿Un Partido Liberal de Honduras “antifrágil”?

Por: Oscar Estrada*

La tesis de lo antifrágil, presentada por Nassim Nicholas Taleb, sostiene que ciertos sistemas, organismos y organizaciones no solo soportan el caos y la incertidumbre, sino que se benefician y fortalecen a partir de ellos. A diferencia de lo frágil, que se daña con el estrés, y lo robusto, que simplemente resiste, lo antifrágil mejora y crece con la volatilidad y el desorden. Taleb también introduce el concepto del “efecto Lindy”, según el cual cuanto más tiempo algo ha existido, mayor es la probabilidad de que continúe existiendo en el futuro. Las organizaciones y sistemas que han perdurado demuestran una capacidad superior de adaptación y resistencia frente a futuros desafíos, a diferencia de las entidades más nuevas, que aún no han sido probadas por el tiempo y las crisis.

Las crisis que han moldeado la historia del Partido Liberal de Honduras (PLH) desde su fundación en 1891, han sido siempre de proporciones enormes, partiendo de la guerra civil de 1903 que determinó la constitución del Partido Nacional de Honduras y el posterior gobierno del (antes liberal) Manuel Bonilla; la Guerra Civil de 1924, también conocida como la Guerra de la Reivindicación Liberal, que resultó en una lucha sangrienta entre facciones liberales, y afectó gravemente la estabilidad del país y creó las condiciones para la dictadura de 16 años del nacionalista (antes también liberal) Tiburcio Carías Andino; el golpe de Estado de 1963, que derrocó al presidente liberal Ramón Villeda Morales y trajo 16 años de gobiernos militares; la crisis constitucional de 1985, cuando el liberal Roberto Suazo Córdova pretendió quedarse en el poder aprovechando un vacío en la constitución de 1981 y; el golpe de Estado de 2009, que derrocó al presidente Manuel Zelaya Rosales (otro liberal) y dividió al PLH y fundó, con una facción importante del Partido Liberal, al Partido Libertad y Refundación (Libre), que hoy gobierna después de 12 años de gobiernos nacionalistas.

La fractura interna resultante del golpe de Estado de 2009 debilitó significativamente al PLH, llevando a una pérdida considerable de miembros y apoyo electoral. La creación de Libre y el éxodo de muchos liberales hacia este nuevo partido representaron un desafío significativo para la cohesión y relevancia del PLH en los últimos 15 años, que en algún momento parecía condenado a desaparecer. No es raro que los partidos políticos en América Latina enfrenten divisiones internas y la creación de nuevos partidos desde su seno. Este fenómeno refleja una crisis más amplia de representación política, donde los ciudadanos buscan alternativas más alineadas con sus aspiraciones y valores. Esta fragmentación es una respuesta a la incapacidad de los partidos tradicionales para adaptarse a los cambios sociales y económicos de la región. No es su antigüedad lo que garantizará su permanencia en el tiempo y relevancia sino su capacidad de adaptación y lectura al nuevo entorno político. Aquel que cambia, sobrevive.

Queda claro que mientras el Partido Nacional permaneciera en el poder, el PLH no podría recuperar el terreno perdido. La polarización política se centró entonces en dos fuerzas, el PN y Libre, relegando al PLH a un distante tercer lugar. Fue la incapacidad de Manuel Zelaya Rosales de hacer frente a la crisis interna de su partido lo que reveló un

Partido Libre frágil, incapaz de salir de una lectura dogmática de la realidad y de reconocer los cambios del entorno y, da ahora un respiro al PLH, que nuevamente ve posible un retorno al poder de la nación, después de 16 años.

La incorporación de figuras clave como Jorge Cálix y Salvador Nasralla ha revitalizado al PLH, atrae a nuevos seguidores y genera un renovado interés en el partido. Sin embargo, este proceso no está exento de controversias. Existen sectores dentro que rechazan —todavía— a estos nuevos fichajes, argumentando que se debe mantener una postura más purista y leal a los “principios tradicionales del liberalismo hondureño.”

Esta tensión interna refleja la necesidad de equilibrar la renovación con la preservación de la identidad histórica del PLH. En un contexto de demanda ciudadana por mayor representatividad, los partidos políticos deben ser flexibles y receptivos a nuevas ideas y liderazgos. Los partidos exitosos son aquellos que se adaptan a los cambios sin perder su esencia. La incorporación de figuras como Jorge Cálix y Salvador Nasralla es positiva si se mantiene la cohesión interna. Celebramos la apertura del PLH a nuevas membresías, eso demuestra su voluntad de evolucionar y responder a las demandas de la sociedad hondureña, lo que indica su vitalidad y relevancia a largo plazo, algo que la democracia hondureña agradece.

*Óscar Estrada (San Pedro Sula, 1974) es escritor, guionista y periodista hondureño. Autor del libro Tierra de narcos, como las mafias se apropiaron de Honduras publicado por Grijalbo en 2022.

 

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