¿A LAS ORILLAS?

ZV
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5 de julio de 2024
/
12:48 am
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¿A LAS ORILLAS?

ESCUDRIÑANDO el fenómeno de la creciente alineación de votantes hacia los extremos –el deslizamiento a las orillas– y el desprecio a los centros y a la moderación –auxiliados por el robot de la IA– concluimos que en ello juegan una variedad de razones: La celebrada ruta hacia la globalización, auspiciada por las potencias mundiales como logro espectacular de finales del siglo pasado en resumidas cuentas vino a aumentar la desigualdad económica y social –dividiendo las sociedades en ganadores y perdedores– “generando sentimientos de injusticia y descontento entre amplios sectores de la población”. “Las políticas centristas a menudo son vistas como insuficientes para abordar estas disparidades, lo que lleva a un mayor apoyo a soluciones más radicales”.

“Repetidos escándalos de corrupción y mala gestión han erosionado la confianza en las instituciones y en los políticos tradicionales, incluidos aquellos en el centro del espectro político”. Las políticas centristas han llegado a percibirse como “compromisos que no resuelven los problemas de manera efectiva, lo que tienta a la búsqueda de soluciones más definitivas –aunque con el tiempo resulte ser peor medicina que agudiza la enfermedad– en los extremos del abanico político”. “Los cambios demográficos y culturales debido a la migración han provocado tensiones identitarias, con algunos sectores de la población inclinándose hacia políticas aislacionistas, nacionalistas y xenófobas, mientras que otros apoyan posiciones más abiertas”. “El avance en derechos civiles y sociales ha generado una reacción de sectores conservadores que sienten que sus valores tradicionales están siendo amenazados”. “Liderazgos “mesiánicos” promotores de políticas extremas a menudo son más efectivos en movilizar a sus bases que los líderes centristas, a los que las multitudes perciben como poco carismáticos”. “Los extremistas tienden a ofrecer narrativas simples y emocionales –si bien como meros espejismos– que resuenan más fácilmente con la población que las complejas y moderadas propuestas centristas”. “Las recurrentes crisis económicas han desgastado la confianza en los partidos y en dirigentes centristas”, fertilizando el terreno a los “movimientos populistas que prometen soluciones rápidas, utópicas y radicales a problemas complejos, a menudo en detrimento de la verdad y el consenso”. “La sociedad se ha dividido más profundamente, con menos espacio para el diálogo y el compromiso”. “Esto ha llevado a una mayor fragmentación y conflicto social”. “Las redes sociales y los algoritmos que priorizan contenido sensacionalista y polarizante han contribuido significativamente a la radicalización de las opiniones y a la disminución del diálogo moderado”. Aunque “medios convencionales de comunicación que se alinean claramente con una ideología política han reforzado la división, haciendo que las posturas centristas parezcan blandas o ineficaces”.

(Justo como decíamos ayer –entra el Sisimite– cuando te preguntaba: ¿Y vos crees que sea solo culpa de las redes sociales? -Pues no del todo –responde Winston– hay medios convencionales que en el afán de competencia han caído en el mismo lodazal. Parecido ha sucedido con otrora orientadores de la opinión pública. Hoy –indigestados de apetencias sectarias– conspiran contra el equilibrio y la moderación desde cualquiera de los extremos. Su catarática visión: imponer a la audiencia su capricho. Y lejos de orientar, confunden. Opacan aún más un neblinoso clima insoportable ya curtido de dudas, de desconfianza y de sospechas. Como plaga rociada en surtidor, sin piedad a la fragilidad crítica del momento. Tanto por obra y gracia de travesuras infantiles como de mentalidades seniles retobadas de un pensamiento entumecido, olvidado por el tiempo. -Por eso –responde Winston– es tan difícil hacerle un bien a Honduras. Quien lo intenta –por más esmero que ponga en hacer el bien– se arriesga a sufrir el atropellado de la ciega intransigencia).

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