BARLOVENTO: Islas de los “Guanajes”

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4 de julio de 2024
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BARLOVENTO: Islas de los “Guanajes”

Por: Segisfredo Infante

Creo que los hondureños hemos ignorado, en gran mayoría, los hechos reales del cuarto viaje de Cristóbal Colón con respecto a Honduras. La misma “bitácora” o carta del Almirante dirigida a los reyes de España, es pobrísima en información ligada a tales sucesos, quizás por la deplorable salud que le atormentaba, aparte de las adversidades políticas y las envidias al acecho en cada puerto. Nunca menciona el nombre de Honduras y apenas insinúa que navegó sesenta días por la costa de tierra firme (hoy territorio hondureño) y que al final llegó “al cabo de Gracias a Dios”. Nada más.

Por suerte en el mencionado cuarto viaje le acompañó su hijo menor Hernando Colón (o Fernando de Colón), quien contaba en aquella travesía con trece o catorce años de edad, inyectándole ánimos a su propio padre, y quien con el paso de los años se convertiría en un respetable intelectual, poseedor de una excelente biblioteca. Siendo ya mayor don Fernando de Colón escribió un libro titulado “Vida del Almirante Don Cristóbal Colón”, con la idea de esclarecer detalles interesantísimos de la vida de su padre y de los descubrimientos en el llamado “Nuevo Mundo”. Nos interesan, en el marco del presente artículo, los hechos conectados con Honduras.

De la lectura de ambos libros (del hijo y del padre) se deduce que a la altura de Jamaica los navegantes fueron testigos de un espantoso huracán, que se fue aplacando poco a poco hasta llegar a las islas de los indios “Guanajes”. Resulta vital corroborar que las tres islas del norte hondureño fueron nombradas con las toponimias de la zona. Es clarísimo que arribaron a Roatán, pues leamos lo que dice Fernando de Colón: “Luego navegando hacia tierra firme por la ruta del Mediodía, llegamos a ciertas islas, aunque no tomamos tierra, sino en la mayor, que se llamaba Guanaja, de cuyo nombre tomaron después los que hacen las cartas de navegar el de todas las islas Guanajas, que están a doce leguas de tierra firme, cerca de la provincia que ahora se llama Cabo de Honduras, aunque entonces el Almirante la llamó punta de Caxinas.”

Queda suficientemente claro que la mayor de las tres islas de los indios “Guanajes” es Roatán, en donde se detuvieron los navegantes por un buen rato. Luego se dirigieron a tierra firme anclando en “Punta de Caxinas”, el cual es el primer nombre que utilizó Cristóbal Colón para referirse al nuevo territorio. (Hoy se llama Punta Castilla). Enseguida navegaron hacia el “Este”, con la dificultad de toparse contra los vientos de barlovento (o “vientos levantes”) que les impedían avanzar en línea recta, aunque las aguas eran escasamente profundas, o más bien secas, causa por la cual se retrasaron más de sesenta días en llegar hasta el “Cabo de Gracias a Dios”, que es otro de los nombres que utilizó el titulado “Almirante de la Mar Océana”, por aquello del retraso de navegación en las costas caribeñas de Honduras. No por la profundidad de las aguas, sino por lo antes comentado.

Dice don Fernando de Colón que el nombre de “Honduras”, en ligamen con nuestro actual territorio, lo utilizaron por primera vez, en el año 1508, los navegantes Juan Díaz de Solís y Vicente Yáñez (Pinzón), con el propósito de robarle el mérito a Cristóbal Colón de haber sido el primero en descubrir y bautizar estas regiones. Es decir, estos navegantes que venían de América del Sur, seis años después del descubrimiento, elaboraron otras cartas de navegación nombrando nuevos territorios, como en el caso de “Honduras”, y hurtando los méritos del prójimo. Sea como haya sido, “Cabo de Gracias a Dios” aparece en las cartas de relación de los primeros conquistadores como “Cabo de Honduras y Ygueras”, para referirse a un extenso territorio que va desde el Golfo de Honduras (o Bahía de Omoa) hasta llegar a la desembocadura del río Segovia. Don Cristóbal de Pedraza, ya con más propiedad menciona, en 1539, la “Gobernación de Ygueras y Honduras”.

No es esta la primera vez que me refiero al tema. Pero es tan rico y variado el relato histórico, étnico y geográfico de don Fernando de Colón, que vale la pena invitar a escudriñarlo y a extraer “nuevas” informaciones. Y en virtud que a veces es preciso predicar con el ejemplo, este relato histórico lo compartí con mis exalumnos universitarios. Lo digo porque deseo ofrecer conocimientos y sospecho que el mayor porcentaje de profesores hondureños desconoce lo anterior, salvo las valiosas excepciones del caso. La profesora doña Elvia Castañeda de Machado (QEPD) relataba pormenores ligados al indio “Yumbé” que Cristóbal Colón recogió en Roatán, personaje que es mencionado en el libro de “Don Fernando”. (Yumbé hablaba una lengua diferente a la de los indios de la “Costa de Oreja” y de otras partes). Debemos imaginar, entonces, que esta es como la primera entrada de unos platos más fuertes, apetitosos y nutritivos.

 

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