ALGO QUE LEÍ: La peor de las fiestas

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1 de julio de 2024
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12:02 am
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ALGO QUE LEÍ: La peor de las fiestas

Por: Oscar Estrada*

Lo que debió ser una muestra de fuerza, una celebración opulenta del décimo quinto aniversario del golpe de Estado, origen del F.N.R.P. y mito fundacional del Partido Libre, terminó siendo una fiesta desabrida, con banderas desteñidas y consignas descoloridas que mostraron la profunda soledad del partido en el gobierno.

No llegaron al país los presidentes de Centro América para sumarse a la fiesta de la izquierda hondureña, como buscaban hacer al montar la cumbre del SICA en las mismas fechas, en el mismo lugar (Manuel Zelaya llegó a reunir a la OEA en San Pedro Sula en las vísperas del golpe de Estado de 2009, cuando quería mostrar fuerza); no llegaron siquiera los pesos pesados del Foro de Sao Paulo, para llenar la tribuna de próceres continentales, como en aquel recordado evento frente a Casa Presidencial, cuando nos visitaron Ortega, Correa, Evo Morales y Hugo Chávez nombró a Mel “Comandante Vaquero” y gritó “pitiyanquis” a la derecha, encabezada entonces por Roberto Micheletti Baín. Debieron llenar las butacas del Central Vicente Cáceres con ilustres desconocidos, dispuestos a alzar el puño frente al “constructor de Victorias.” Quisieron ocultar el revés diplomático con la “Declaración de Tegucigalpa”, firmada por una imaginaria “Celac Social” y rápidamente se vieron desmentidos por una docena de países que —nuevamente— los desautorizaron para hablar en nombre de una instancia que requiere —por estatutos— el consenso para sus declaraciones.

Ni siquiera el carnaval que tenían preparado, paseando la cabeza del Ahriman hondureño, la causa de todos los males, que esperaban fuera condenado a Cadena Perpetua en Nueva York, para que sirviera de símbolo de una oligarquía criminal responsable de cada desgracia de los últimos doscientos años, ni siquiera eso funcionó. El juez decidió darle la pena menor y botó así la narrativa de ser él la joya de la corona, colocándolo al mismo nivel de los demás políticos que han impulsado candidaturas con financiamiento del narcotráfico. Y corrió la paranoia en Libre, de repente los gringos volvieron a ser los malos de la película, que preparan un nuevo golpe contra la izquierda hondureña, se teme lo liberen y vuelva al país fortalecido y hambriento de venganza o se lleven al hermanito, que solo siguió órdenes y se dejó grabar; entonces se necesita revisar el acuerdo de extradición, porque a los hondureños los deben juzgar los hondureños o mejor aún, recuperar la soberanía sobre Palmerola para dárselo a los chinos que —piensan— es el único que podrá defenderlos.

Hace un año Libre podía haber recuperado el terreno perdido por las improvisaciones, paranoias y sectarismos, pero ya es muy tarde. Atrás quedó la oportunidad del partido de crecer desde el poder, lejos de sumar restaron porque escucharon a quienes en su vida han logrado hacer crecer un geranio, lejos de acercarse al pueblo se aislaron en una torre de marfil. Y con su arrogancia terminaron resucitando a un Partido Liberal que daban por muerto. Y siguen sumando errores, siguen mandándole capital a Jorge Cálix que desde el lunes solo suma. Este sábado se conoció del despido de cerca de doscientos Calixtos de Copeco, luego de que el almirante Fortín asegurara que no habría despidos, a días de recibir los primeros huracanes de la temporada. ¿A dónde creen que irán esos 200 militantes de Libre sino a los brazos del partido que ahora les garantiza volver al poder? ¿Qué pasará si Copeco no es capaz de atender las emergencias con la debida diligencia?

Más grave aún, la salida de Jorge Cálix del partido Libre obligó un reseteo en la “estrategia” del partido. Perdieron el enemigo interno y quedaron expuestos ante su propia carencia de mensajes, de cara al próximo proceso electoral. De repente se escuchó a Rixi Moncada hablar y lo que salió de su boca fue un discurso trillado, lleno de promesas de más conflicto social, desconectado de la realidad que viven los hondureños. Podrá resonar entre la argolla “radical” que la rodea, esos que esperan volver a ser ministros o directores pero que carecen de una base real en la población, que creen que por tener bots de redes sociales tienen votos asegurados.

Hoy la policía reporta que encontró los cuerpos de los cinco jóvenes desaparecidos esta semana de una colonia de la capital. Falta encontrar aún a los 25 desaparecidos de la costa norte. Culpan a la pandilla 18 y piden se les declare organización terrorista, como si no supiéramos que eso ya ocurrió en el pasado y no funcionó. Pero veamos lo positivo: a lo menos el ministro Sánchez no podrá ya decir que “todo está bien.”

*Óscar Estrada (San Pedro Sula, 1974) es escritor, guionista y periodista hondureño. Autor del libro Tierra de narcos, como las mafi as se apropiaron de Honduras publicado por Grijalbo en 2022.

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