BARLOVENTO: Suplantación de imagen

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27 de junio de 2024
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12:03 am
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BARLOVENTO: Suplantación de imagen

Por: Segisfredo Infante

Diversas redes sociales han tomado la imagen del Papa Francisco con la intención maliciosa de colocar expresiones y discursos que nunca han salido de su boca ni mucho menos de su pensamiento. Tampoco las ha escrito. Otras locuciones, adjudicadas al pontífice, son elaboradas con fines siniestros. Por momentos los técnicos digitales del caso colocan al Papa Francisco en situaciones muy incómodas, razón por la cual un sacerdote hondureño dijo hace pocos días (el 17 de junio para ser exactos) que ahora “los tribunales modernos son las redes sociales”.

Aparte del hecho anterior he observado videos que hacen hablar a personajes mediante discursos que jamás pronunciaron, y que parecieran verídicos, instalándolos en escenarios más o menos creíbles. En el mismo plano de la malicia (y de la ignorancia) colocan y añaden poemas y pensamientos ajenos suplantando la autoría de los escritores originales en favor de otros autores recientes. De estas artimañas múltiples han sido víctimas, desde la pandemia, Miguel de Cervantes Saavedra, Jorge Luis Borges, Mario Benedetti y Gabriel García Márquez, para sólo mencionar cuatro nombres insignes conocidos de la literatura hispanoamericana.

Pero el colmo de la suplantación es cuando utilizan las habilidades de los “hackers” con el propósito altamente peligroso de imitar la voz de cualquier individuo con el fin ulterior de juzgarlo por hechos delictivos en los cuales jamás incurrió. O de utilizar la voz y los ojos ajenos con el objeto de saquear cuentas bancarias. Etc. Aquí los ingenuos caemos en las trampas porque las mismas instituciones carecen de seguridad informática indispensable en los usos cotidianos. Conviene dilucidar, una vez más, que las tecnologías poseen un lado altamente positivo y, como contrapartida, una cara tenebrosa capaz de hacer un inmenso daño a las personas individuales y al futuro de la humanidad. Me resulta preciso expresar, por centésima vez, que las máquinas de cualquier tipo sofisticado deben estar al servicio del “Hombre”. Y nunca los hombres y mujeres al servicio esclavizante de las máquinas.

Haciendo una diferencia “entre la flor y el astro”, como bien lo expresó Medardo Mejía en uno de sus ensayos importantes, también he sido víctima de la suplantación de imagen, de nombre y de distorsión de contenidos. Hace más de diez años un personaje de nuestro patio utilizó mi nombre, en un periódico digital, con el fin de atacar a una persona poderosa (en aquel momento) que podría poner en peligro mi existencia. Cinco años más tarde alguien, posiblemente un conocido cercano, “hackeó” mi correo electrónico con el fin inmediato de atacar en mi representación a un buen amigo y colega columnista (un anciano dicho sea de paso), quien falleció con la sospecha de haber sido mi víctima. Lo llamé por teléfono y le aclaré por escrito que jamás en mi vida había atacado en forma anónima a ninguna persona específica; mucho menos a un amigo respetable, digno de mi simpatía. Simplemente habían utilizado mi nombre, o mi correo, con el objeto de meter cizaña entre nosotros los periodistas de opinión. Aquello causó desazón y gran tristeza en mi alma. Vale señalar que desde entonces comencé a alejarme, gradualmente y aún más, de la política vernácula catracha. (También recuerdo que en mi adolescencia fue utilizado mi nombre en dos medios impresos populares y en un telegrama espurio con fines insondables).

Sospecho que mi imagen les ha fascinado para estos juegos, en tanto que desde hace cuatro semanas aproximadas han venido utilizándola en dos chats grupales de WhatsApp (léase periódicos digitales), insertando mi vieja fotografía sobre contenidos hipotéticamente periodísticos que nada tienen que ver con mi estilo, ni con mi pensamiento ni con mi forma de ser. Les he reclamado en forma reiterada a los administradores de ambos chats. Pero han seguido abusando de mi fotografía, supongo que unos “hackers” o expertos digitales que también pueden borrar automáticamente. Presumo que estas personas (de ambos sexos) están enamoradas de mí; o que las carcome el ácido de una envidia inexplicable, y que a eso se debe el atropello contra alguien sin dinero, sin influencias y sin ningún poder.

A los dilectos lectores debo enfatizarles para siempre que poseo un estilo casi inconfundible. Y que actualmente sólo publico en el diario LA TRIBUNA de la capital hondureña; en la “Revista Histórico-Filosófica Búho del Atardecer”; en la Revista de la Academia Hondureña de la Lengua y en las revistas y boletines de la Academia Dominicana de la Lengua y del “Ateneo Insular”. De vez en cuando aparece un texto mío en el Blog de Pedro Morazán, en Alemania, y nada más. Cualquier otra publicación periodística (digital o impresa), con cualquiera de mis fotografías, es completamente falsa. O nula. Jamás podré penetrar en “La mente del hacker” ni tampoco del individuo maligno. Él puede seguir haciendo daño hasta el “infinito”. Pero continuaré escribiendo, Dios mediante, con mi pensamiento, mi estilo peculiar y mis propios límites de salud.

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