Lo que nos dejó la huelga del 54

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4 de mayo de 2024
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12:02 am
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Lo que nos dejó la huelga del 54

Por: Elvia Elizabeth Gómez García*

El 1 de mayo se conmemora el Día Internacional del Trabajador, en memoria de la gran huelga llevada a cambo por los trabajadores de Chicago, Estados Unidos, exigiendo la reducción de la jornada laboral y la obtención de derechos laborales. En Honduras, el 30 de abril de 1954 estalló la gran huelga bananera, en la que los trabajadores de la United Fruit Company, una de las compañías que operaban en Honduras exigieron entre otras peticiones, la reducción de la jornada laboral, la mejora de las condiciones laborales y la protección de la salud de los trabajadores.

Mario de Mezapa en su canción “La huelga”, nos acerca a través de su letra a la realidad de los trabajadores de la época, narrando el quehacer del jornalero, que trabaja más de 8 horas, del fogonero que con su labor hace que el tren pueda moverse para sacar el oro verde tan preciado de aquellos años, del obrero que fumiga las plantaciones sin la protección debida y bajo las inclemencias del tiempo, en uno de sus estribillos dice “pues ahora vas a ver que cuando se une un pueblo no hay demonio ni hay infierno que lo puedan detener”.

A 70 años de la gran huelga, pocos recuerdan el histórico significado de esta y el legado que hoy resiste a las pretensiones de opacar, e incluso anular aquellas conquistas laborales que protegen a los trabajadores y reconocen su labor.

Bertolt Brech en su escrito “preguntas de un obrero que lee”, cuestiona a los grandes nombres de la historia como Alejandro Magno, Felipe de España y César, que brillan en los libros por sus grandes hazañas, preguntando si esto hubiese sido posible si lo hubieran hecho solos.

Detrás de cada piso encerado y reluciente, de cada prenda que vestimos o zapato que calzamos hay un ejército de personas que son “invisibles”, a quienes pasamos de lado sin darles un buenos días o gracias por su trabajo, un trabajo en el que lamentablemente, las leyes laborales no tienen cabida, porque es más grande la necesidad que el derecho.

El historiador hondureño Marvin Barahona recoge las memorias de la gran huelga del 54 en su libro “El silencio quedó atrás”. Lamentablemente, en pleno siglo XXI podemos decir que sucede todo lo contrario, así como muchos de los trabajadores hondureños, en otros países del mundo no hay mucho que celebrar en este día, pues sus derechos son vulnerados diariamente frente a un sistema cuyo propósito es la maximización de sus ganancias a costillas del arduo trabajo de una mano de obra precarizada.

Si bien, muchas empresas reconocen los derechos de sus trabajadores y crean ambientes laborales de beneficio para estos, otras, al contrario, se lucran de la necesidad de aquel que se desplaza del campo a la ciudad en búsqueda de una mejor vida para él y los suyos.

Una de las grandes conquistas de la huelga fue el derecho a la sindicalización, que en aquel momento de la historia luchó por los derechos y la protección del bienestar colectivo, pero que con el pasar del tiempo vendió su alma a los intereses particulares, manchando la causa de su existencia.

Hoy, en 2024 hay una tarea pendiente con el trabajador hondureño, con el que nunca pudo ir a la escuela, con el que solo pudo terminar la primaria, con el que egresó del colegio con una formación técnica pero no consigue empleo, con el universitario que con título en mano toca puertas buscando una oportunidad de trabajo y solo encuentra un no, porque como dice Shakira en su canción El jefe “mamá siempre me decía que estudiar todo asegura, estudié y nada pasó”.

No todo depende del gobierno, tampoco de la empresa privada, ¿por qué no mejoran las condiciones laborales en Honduras? Porque no hay proyecto de país, porque no hay una propuesta que busque el bien común, porque los que tienen quieren más a costa del trabajo barato y el sistema se ha enfocado en destruir la consciencia de clase, porque el Estado se convirtió en un modus vivendi mientras el pueblo sigue esperando. Lamentablemente, lo único que sigue quedando para alzar la voz es la pared pintada con consignas y la quema de llantas, acciones estigmatizadas pero que se han convertido en el canal de comunicación de aquellos que no tienen quien escriba su historia.

*Profesora universitaria.

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