Honduras: entre el caudillismo y líderes opacos

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25 de abril de 2024
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12:02 am
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Honduras: entre el caudillismo y líderes opacos

Independencia y recuperación patria

Por: Abog. Octavio Pineda Espinoza (*)

A pesar que la Ley Electoral de Honduras establece de forma clara que las campañas políticas deben comenzar hasta el mes de septiembre, en nuestro país se han desatado los aspirantes a candidatos presidenciales sin el menor respeto a la Constitución y a la mencionada ley, a organizar enormes eventos de lanzamiento los que, tampoco cuentan con el control de los tristemente célebres órganos electorales y de control como el IAIP y la Unidad de Política Limpia que, dirigidos por las mismas personas producirán sin duda los mismos resultados.

No cabe duda que el nerviosismo del partido de gobierno, de su candidata de dedo Rixi Moncada y de su mandamás Mel Zelaya, ha despertado muy anticipadamente la fiebre electoral que nos consume cada cuatro años, de igual forma, el disidente de Libre, Jorge Cálix, también irrespetando la legislación ha hecho lo propio haciendo un evento anticipado al proceso interno y primario de todos los institutos políticos, en menor exposición pública Tito Asfura se mueve por el país tratando de concitar la voluntad de un electorado nacionalista molesto y decepcionado por lo sucedido en el gobierno de JOH mientras analiza cómo desarticular la candidatura de la esposa del expresidente y de otros posibles aspirantes.

En mi partido, el Liberal, algunos alcaldes y diputados ya gastados por el paso de los años y de sus malas gestiones, en parte liderados por los mandaderos que tiene Mel a lo interno, procuran convencer al periodista Eduardo Maldonado para que asuma una candidatura casi a la fuerza, sin dejarle el espacio para que analice y pondere el impacto que tal decisión puede tener en su ambiente personal, familiar y, sobre todo, empresarial. Otros se preparan para tirarse al ruedo muy antes de lo legal y de lo lógico mientras el Central Ejecutivo analiza la posibilidad de abrirle la puerta a Salvador Nasralla, a pesar de no cumplir con los requisitos de los estatutos y reglamentos internos o al mismo Cálix, si al final decide dejar el barco de la refundación que tanto avaló, defendió y apoyó.

En medio de todo esto se encuentra el noble pueblo hondureño, del que en realidad nadie se acuerda y que en la bruma de tanta palabrería barata y vacía de los aspirantes, busca muy en sus entrañas, las fuerzas para renovar la esperanza a pesar que la clase política le ha quedado a deber y a ha destruido sus anhelos, sueños y aspiraciones de manera sistemática sin la menor consideración de las mismas olvidando la enorme responsabilidad de gobernar que ya, Ramón Rosa en el pasado lejano definió como una experiencia científica.

Lo cierto es que lo que los aspirantes al solio presidencial no han entendido que, 8 de cada 10 hondureños ya no creen en los partidos políticos, anquilosados y subyugados por caudillos paupérrimos que solo piensan en sus mezquinos y bastardos intereses y que lejos de guiar a la nación a mejores derroteros, lo que han hecho es convertir a estas instituciones de derecho público fundamentales para el sostenimiento de la democracia, en sucursales de sus negocios y componendas malsanas, destruyendo desde adentro sus nobles objetivos al extremo que ya los tienen a todos al borde la extinción.

La ciudadanía no puede tener tampoco mucha confianza en tales aspirantes, pues sus discursos plagados de platitudes, ataques furibundos, sueños mesiánicos y poca propuestas reales y alcanzables en el corto, mediano y largo plazo, tampoco les son atractivos, ni siquiera en el plano dialéctico o filosófico, ya que las candidaturas de ahora en Honduras no son de carisma, de talento o de talante, son meras expresiones mediáticas producto del marketing de cartón, que igual sirve para vender productos alimenticios o servicios sobrevalorados que para construir candidatos ficticios como en maquila, de la noche a la mañana, con planteamientos lingüísticos expresados con poca convicción, a veces hasta muy mala dicción y completamente desestructurados y ajenos a lo que debería ser una seria propuesta o plan de gobierno.

Y así, caminamos los ciudadanos a tientas en esta imperfecta democracia, desmotivados por la dura realidad con la que vivimos a diario, en donde más de un millón de jóvenes ni estudian ni trabajan porque el sistema no les da oportunidades, en donde más del 50% de la población vive en pobreza extrema y en la que, los que gobiernan se han convertido en repartidores de miseria, de dádivas politizadas e ideologizadas, en enemigos de los creadores de riqueza, en meros instrumentos de esos caudillos inservibles que deberían pasar a mejor vida en lo político y abrir los espacios para una nueva generación de hondureños, realmente comprometidos con el desarrollo nacional por encima de todas las cosas y no, como ellos, preocupados por como continuar en el poder sin merecerlo.

La encrucijada es grande para el ciudadano, permanece atrapado entre esos viejos cascarones que no aceptan que su tiempo ya pasó y líderes opacos que, realmente no son nuevos sino más de lo mismo, que se enfilan ahora para una nueva etapa electoral aspirando a ser los nuevos caudillos, sin dejar atrás esos resabios que otras naciones ya superaron, que ven al poder como un pedestal y no como una responsabilidad, que suspiran por llegar al botín del Estado pero no, para fortalecerlo, para hacerlo efectivo y productivo, eficiente y promotor de la iniciativa privada, sino para alimentar un nuevo clientelismo político basado en obsoletas premisas, un nuevo statuo quo con algunas caras diferentes pero con los mismos aciagos objetivos, un liderazgo falso carente de pensamiento estadista más preocupado en las próximas elecciones que en las próximas generaciones. ¡Pobre pueblo hondureño!

(*) Abogado y Notario. Catedrático Universitario. Político Liberal.

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