¿“EPÍLOGO INNECESARIO”?

ZV
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20 de abril de 2024
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12:14 am
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¿“EPÍLOGO INNECESARIO”?

ESE Sisimite y ese Winston –mensaje de una buena amiga– son dichosos que tienen a un buen maestro”. “Qué no daríamos muchos por tener de quién absorber toda esa sabiduría, pero agradezco que la comparta por medio de los editoriales”. El viejo amigo abogado alusivo a la distancia caminada por el abuelo y el padre y tamiz socrático de los tres filtros: “¿250 kilómetros como el japonés; y aplicamos la prueba cuádruple de los rotarios? (El Sisimite recuerda la prueba cuádruple husmeando por el Tegucigalpa Sur en tiempos del Pocho Morazán: 1. ¿Es la verdad? 2. ¿Es equitativo para todos los interesados? 3. ¿Creará buena voluntad y mejores amistades? 4. ¿Beneficiará a todos los interesados?)”. El buen amigo manda otro mensaje: “Amistad con ocasión de servir” y, ya de perdidos, como el G40 fundado por don Jaime: “Amistad con ocasión de tomarse unos tragos”, salud.

“No le he contado –mensaje de la mamá– la abuela y los tíos le dicen a la nena, ¿ajá, y cuánto te pagan por tus aportes a los editoriales? Y me dice, no entienden ellos, que hay cosas más importantes que eso, y luego les dice a ellos, “Para mí, es un honor que publiquen mis cuentos”. -Se fija –agrega la mamá– ando de chismosa, queriéndole contar”. En la noche, antes de acostarse me dice: Tienes razón, “qué sabe la chancha del amor, si nunca ha dado un pico”. “Ellos (refiriéndose a la abuela y a los tíos) no saben estas cosas, porque no son escritores”. “Los niños se graban todo lo que uno les dice; jamás pensé que repetiría la frase de la chancha”. Lo que trae a la memoria las últimas palabras del “Epílogo Innecesario-Cuento y Estilo” tomado del libro del periodista, director fundador de Diario LA TRIBUNA, alusivo a las ovacionadas obras en boga de escritores vanguardistas, dizque revolucionarios, de aquellos tiempos: “En manos del lector dejo ese volumen que no pretende, ni por asomo, llevar la esperanza de un mensaje ni la denuncia de injusticias, ni siquiera una enseñanza pues son otros los géneros literarios (periodismo, oratoria, ensayo, quizás el teatro) que en mi concepto son los más indicados para cumplir aquellos objetivos. El cuento o la novela pueden ser mensaje o protesta o no ser ni protesta ni mensaje sino simplemente relato de un conflicto psicológico pasional, de un estado anímico, de un suceso cualquiera de esos que se producen en el diario acontecer de la vida. Porque la vida es un escenario en el cual actúan todos los hombres (mujeres) de todas las edades y de todas las condiciones sociales, desde los del “lumpenproletariat” hasta los millonarios, y no hay razón para que el cuento o la novela solo sean el reflejo de los problemas, preocupaciones y conflictos de una determinada clase, lo cual equivaldría a restarle proyección e importancia a uno de los géneros más importantes en el mundo de hoy”.

(Sí –entra el Sisimite– ¿y te acordás del cierre? -Por supuesto –responde Winston– aquí tengo el libro: “A raíz de haberse editado “Presencia del Olvido”, un muchachito alumno del tercer grado en el Jardín de Niños Federico Froebel, me escribió una amable carta felicitándome, gratamente impresionado, porque le gustó mucho “Nombre de Mujer”, uno de los relatos que se contienen en aquel volumen. Es una de las felicitaciones que mayor satisfacción me ha causado. Ahora me sentiré satisfecho si alguno de los cuentos de “La Voz Está en el Viento”… pueda interesarle a los lectores que buscan en los libros un reparador descanso a las duras fatigas que impone el trabajo cotidiano”. Oscar A. Flores. Tegucigalpa, D.C., febrero de 1970).

 

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