Yuscarán, presente en el imaginario hondureño

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18 de febrero de 2024
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12:34 am
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Yuscarán, presente en el imaginario hondureño

La ciudad de Yuscarán, se extiende sobre un terreno irregular en las cercanías del Cerro Monserrat, por su trascendencia histórica-minera, desde 1979 se le declaró como “Monumento Nacional”.

Por: Rubén Darío Paz

El otrora referente minero, sigue en estado de languidez, con una fascinante historia, resiste el olvido de locales y foráneos. Ahí está Yuscarán, como postal en el tiempo… Sabemos que un alto porcentaje de los pueblos hondureños, se extienden sobre declives prominentes y esto responde a esa abrupta, complicada y fascinante geografía patria, que, con estas características, supera a los países vecinos. Fue en el interior de esas montañas recónditas donde se encontraron sustanciales vetas de minerales preciosos, que más tarde atrajeron intrépidos y afanosos inversores. Asimismo, es significativo mencionar que la explotación minera en nuestros dominios, tampoco fue tan resplandeciente, como en las Minas de Potosí en México o en el Perú colonial. Salvo en algunos períodos esporádicos de la historia, es donde se percibe un mayor dinamismo, algunos relacionados con Opoteca, el Corpus, San Antonio de Oriente y más tarde San José de Yuscarán.

Durante el vasto período colonial, los españoles llevaron a cabo tres tipos de modelos poblacionales, uno fue la ciudad de plano en parilla, trazada en base a la experiencia de los conquistadores, planicies prolongadas, sus calles y avenidas partían desde una gran plaza mayor, cercanas a ríos caudalosos. En disposiciones más específicas como en la Ordenanza real de Carlos I de España en 1523, se va conformando un corpus legal donde se configura con regularidad el trazado en plan hipodámico de la fundación de las nuevas ciudades. Esta Ordenanza establece: “Y quando hagan la planta del lugar, repártanlo por sus placas, calles y solares a cordel y regla, comenzando desde la placa mayor, y sacando desde ella las calles a las puertas y caminos principales, y dejando tanto compás abierto, que, aunque la población vaya en gran crecimiento, se pueda siempre proseguir y dilatar en la misma forma” , en Honduras el mejor ejemplo es Comayagua, fundada en 1537.

La creación de pueblos de indios, fue otro tipo de control administrativo, representantes religiosos y autoridades coloniales, se establecían en grandes regiones, donde sabían estaba radicada la población indígena dispersa. De esta forma se consolidaron muchos pueblos, razón por la cual el formato se repite frente a la iglesia, una plaza, un cabildo municipal de por medio y las viviendas para los principales, algunas veces se incluyó la casa del alcalde o familias influyentes. Estos pueblos carecen de actas de fundación, por lo que se toma como punto de partida, la instalación del primer Ayuntamiento o la conformación del Cabildo Municipal. Otro tipo de población fueron los pueblos mineros, en algunas latitudes se conocieron como reales de minas, estos se consolidaron gracias en función de la explotación de mina, posteriormente al interés de la actividad minera, donde llegaron personas de distintos rumbos y con el trascurrir de los años, algunos se consolidaron en conglomerados urbanos. Los ejemplos más significativos para Honduras, son Tegucigalpa, Cedros, San Antonio de Oriente, Santa Lucía, San Juancito, El Corpus, Opoteca y Yuscarán, que a continuación abordó.

UN TÉRMINO POCO FRECUENTE
Coincidimos en que Yuscarán es un término indígena, tradicionalmente se asume que significa “Ciudad de casa de flores”, sin embargo, estamos lejos de conocer su veracidad, no existen estudios formales para estos fines en el país, sí sabemos que existen sitios similares al menos en la terminación caran, entre ellos unas minas abandonadas, cerca de Ojojona que se conocen como Guazucarán y Saracarán, como aldea del actual municipio de Reitoca, en Francisco Morazán. Las primeras referencias, indican que el nombre inicial fue “Real de Minas de San José de Yuscarán”. Para el año de 1869, al crearse el departamento de El Paraíso, se consignó, como su cabecera. Por costumbre a los Yuscaranes, se les denomina “güirises”, personas dedicadas a buscar residuos de minerales desde la época colonial.

CIUDAD REFERENTE DE TRADICIÓN MINERA
Fue la actividad minera la que situó a Yuscarán, como un referente poblacional desde mediados del siglo XVIII. La ciudad actual se extiende a los pies del cerro de Montserrat, cuyo nombre nos recuerda a la virgen de Montserrat, de uso habitual en Cataluña en España. Yuscarán, al igual que otros centros mineros presenta un plano irregular, zaguanes, calles empedradas, angostas, encrespadas e inclinadas. No existe una ordenanza de fundación, los centros mineros se organizaron en función de la explotación mineral, de ahí su compleja estructura, no solo topográfica, sino también poblacional.

La actividad minera generó un radio de influencia que abarcó a muchas poblaciones, y a la sombra de ese auge se alentó la consolidación de algunas villas, como Danlí, que logró desarrollar un influyente comercio basado en la producción de granos básicos y sus amplios hatos ganaderos. Aún con las luchas intestinas que se realizaron en el territorio hondureño, durante la segunda mitad del siglo XIX y que marcaron la inestabilidad política, Yuscarán no estuvo al margen, pero fue en ese período cuando su actividad minera-comercial repuntó. Varios edificios civiles fueron remodelados y algunas viviendas particulares se hicieron de dos plantas, con amplios corredores y vistosos jardines interiores.

Durante esos mismos años experimentaron cambios importantes en materia cultural, tanto que se realizaban veladas con artistas nacionales y de países vecinos, igual sucedió con el nivel educativo, algunos centros de enseñanza básica comenzaron a funcionar. El maestro Mario Felipe Martínez decía “En 1878 se estableció una escuela de niños en casa rentada por los herederos de Pedro Colindres, la cual era administrada por las preceptoras Adelina y Petrona Nolasco. Posteriormente fue trasladada al inmueble donado por don Mónico Córdoba; dos años después permitió que la municipalidad alentara una ‘Banda municipal’, para amenizar las fiestas cívicas”. Quienes controlaron la actividad comercial y minera fueron los descendientes de criollos, entre ellos los Bonilla, Suazo, Rodríguez, Moncada, Maradiaga, Argeñal y Murillo que pronto se vincularon con socios extranjeros. Entre 1882 y 1890, además de los anteriores, se encontraban en Honduras dueños de minas de origen extranjero; Bernahard, Surcher, Imboden, Holding y Picher. Las familias más destacadas por su incidencia comercial y política en la región, a lo largo de varias décadas del siglo XIX, fueron los Fortín y los Córdova. Sus contactos con comerciantes europeos, les permitió incluso realizar viajes por Europa.

Julio Navarro, oriundo de Morocelí, recuerda que su padre le contaba “que don Daniel Fortín fue el primer productor de azúcar del país, además que tenía 200 yuntas de bueyes, que tenían dos haciendas en Morocelí El Capulín y Potrero Grande. Además, que los Fortín, cedieron el terreno para la creación de la Escuela Agrícola de El Zamorano”.

MUESTRAS URBANAS Y PATRIMONIO CULTURAL
La Casa Fortín, se ubica en la calle del comercio, fue construida con piedra de cantera y adobes, de dos plantas, sus propietarios lograron mucha elegancia para su residencia. Todavía se puede observar un amplio conjunto de balcones, pisos de ladrillos, jardín interior, pozo malacate, área de caballeriza y un conjunto de pinturas al fresco, todo esto le da un toque de distinción a una de las pocas residencias construidas con tanta bonanza en el siglo XIX y que aún se conserva. Aquí funciona la Casa de la Cultura, el inmueble, fue donado al Estado de Honduras por los descendientes de la familia Fortín, bajo la tutela del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Se trata de uno de los edificios de arquitectura civil, que, por sus dimensiones, estilo y materiales utilizados en su construcción, no tienen parangón en el resto del país. Además de que perteneció a una de las familias de mayor incidencia política entre finales del siglo XIX y primeras décadas del XX. Se convirtió en Casa de la Cultura de Yuscarán en 1993. Gracias a los enormes esfuerzos de don Óscar Lezama, en dicha casa se conservan una serie de documentos históricos, fotografías y objetos valiosos que ameritan una curaduría por expertos. También es llamativo, el aporte de otras familias locales, quienes gentilmente donaron objetos, vinculantes al pasado minero de Yuscarán, para sentar las bases de un “museo”, pero que sin presupuesto más parece una bodega abandonada.

La calle del comercio en la ciudad de Yuscarán, al lado derecho la Casa Fortín, se trata de una residencia-negocio, perteneciente a los hermanos, Daniel y Cornelio Fortín.

UNA IGLESIA ENTRE ATRACOS Y PIROMANOS
Su pequeña iglesia luce un estilo colonial y, aunque no se conoce fecha exacta de su edificación, se considera que fue construida a finales del siglo XVIII. Ya para el año de 1789 es mencionada en un informe por el obispo Fernando Cadiñanos. En la guía histórica sobre la ciudad de Yuscarán, del Instituto Hondureño de Antropología e Historia, se sustenta lo siguiente; “(…) a pesar de ser una iglesia pequeña y sencilla, el mobiliario y joyería aún existentes son reminiscencia de una época próspera, como se observa en otros centros mineros. El interior de esta iglesia exhibe un retablo de estilo neoclásico y se explica por los frecuentes incendios que los mineros incomodos provocaban a manera de propuestas por las prohibiciones de las autoridades eclesiásticas. El último incendio fatídico se registra el 3 de mayo de 1861. Una serie de imágenes y pinturas sobre lienzo complementan su acervo patrimonial. De lo anterior sobresale las esculturas de cuerpo entero de San Pedro (que ahora luce sin las llaves del cielo, quizás por robo) y una dedicada a San Juan atado a la columna. Con el ánimo de valorar el trabajo pionero de Óscar Lezama y Héctor Ramón Cortés, y su afán de divulgar datos sobre Yuscarán, enfatizó el siguiente texto “En el archivo de la iglesia católica de Yuscarán existe aún un libro de defunciones que data de 1748, tiempo en que Yuscarán ya estaba bien poblado por esclavos, mulatos, criollos hondureños de otros pueblos y extranjeros de varias nacionalidades. (…) El primer cementerio en la Plaza, cuenta la tradición oral que cuando se descubren los minerales, especialmente las vetas de Iguanos, Tamagás y El Novillo, se empezó a poblar Yuscarán, precisamente en la zona conocida como El Novillo o parte alta de esta ciudad y que el cementerio lo tenían en el sitio que ahora ocupa la plaza central. Y continúan los investigadores locales “Enterrar en los cementerios fue una costumbre promovida por la alta sociedad, Yuscarán no fue la excepción, en su iglesia se encuentran enterrados el niño Mariano Fortín hijo de don Daniel Fortín que murió en la ciudad de Nueva York, en el jardín está enterrado E. A. Burke un filantrópico minero estadunidense y el cura José Hermógenez Zúniga, entre otros. El 15 de junio de 1880, según lo registra la Gaceta Oficial del 24 de junio del mismo año, se prohíben los entierros en las iglesias, la autoridad que lo permitiera se sometía a un año de prisión en el “Castillo” de Omoa y los particulares que lo promovieran seis meses de prisión en el mismo presidio”.

FAMILIAS INFLUYENTES
Un estudio realizado por historiadores del IHAH, sostenían “El análisis de las fuentes primarias nos ha demostrado que las familias Fortín y Córdova eran los mayores comerciantes de la ciudad minera de Yuscarán y con o integrantes de la oligarquía comercial-terrateniente mantenían el control del aparato de poder, siendo el caso más claro el de la familia Fortín. Eran poseedores de grandes almacenes, cuyos artículos eran importados desde Estados Unidos, Inglaterra y Alemania a través del Puerto de Amapala, desde donde llegaban a Yuscarán a lomo ^de mulas. Los principales artículos de importación eran maquinaria para la explotación minera, alambre, harina, libros impresos, maquinaria agrícola, útiles de ferretería, telas, abarrotería, etc. También se ha podido verificar que se dedicaban a la exportación de minerales con destino a esos mismos países”.

LEGADO ARQUITECTÓNICO LUCTUOSO
A los edificios anteriores se suma una serie de edificios particulares, hay que decir que un decreto del Congreso Nacional, fechado el 14 de marzo de 1979, declaró a Yuscarán “Monumento Nacional”, vale destacar que esta ciudad únicamente ostenta esta categoría, ya que ni el gobierno central ni las instituciones que velan por la conservación de los bienes nacionales y ni siquiera los mismos pobladores, se han preocupado por mantener el encanto de antaño. Construcciones como el antiguo Cuartel o Presidio, un edificio de grandes dimensiones, que se derrumbó, ante la indiferencia de locales y extraños. Salvo raras excepciones de validar, el legado histórico del Yuscarán minero se pierde entre la complicidad estatal y la indiferencia de la gran mayoría de sus habitantes. Pocos municipios de Honduras, tienen en sus cercanías tres cementerios, Yuscarán es uno de ellos, además del Cementerio municipal que guarda tumbas antiguas, se encuentran dos cementerios privados, uno pertenece a la familia Fortín y el otro a la familia Córdova. En los tres casos sería importante documentar estilos arquitectónicos, materiales utilizados y hacer recuentos importantes del origen de los apellidos que allí se encuentran. Insertar los cementerios, como riqueza arquitectónica, también debe ser prioridad de las autoridades correspondientes.

YUSCARÁN FESTIVO
La agenda festiva de Yuscarán se define en dos actividades importantes en el año, el Festival del Mango, desde inicios de la década de los años 80, con fecha movibles entre (mayo- junio) y las festividades dedicadas a la Inmaculada Concepción en diciembre. En el primero se realizan desfiles, reinados, fiestas y preparan carrozas ataviadas de flores y frutas. En los alrededores de la ciudad existe el denominado “mango-Yuscarán”, gustoso, de regular tamaño, de cascara gruesa y se produce en abundancia. Desde inicios de los años noventa se le han agregado las “cabezas- gigantes o mojigangas”, que bailan a los sones de marimba o bandas de viento en diferentes festividades, los paseos de estas “cabezas-mojigangas”, se han retomado del folclor nicaragüense. Entendemos el dinamismo cultural, pero también podemos dar cuenta que, en algunas poblaciones hondureñas, se imitan actividades de manera superflua, esto puede responder a la escaza imaginación local, o porque no siempre, recurrimos a nuestra historia. Yuscarán muestra además una amplia gastronomía local, màs acentuada en el marco de las festividades bullangueras en honor a la Inmaculada Concepción, a inicios de diciembre.

YUSCARÁN DEBE REIVINDICAR SU VALOR
En las últimas tres décadas en Yuscarán, su centro histórico poco se ha conservado, es más lo que han construido al margen de las regulaciones de la ley del Patrimonio cultural. Las antiguas instalaciones del Presidio o Centro penal, se caen en pedazos sin que a nadie le interese. Quedan aún dos cementerios privados, el de los Fortín y el de la familia Córdova, conservados por el interés de dichas familias. A pesar de la incapacidad manifiesta de las autoridades que por muchos años ha tenido Yuscarán, el pueblo conserva, sus calles, zaguanes y avenidas empedradas. Nunca ha existido un interés en hacer de Yuscarán un destino de visita obligado para los estudiantes universitarios, las autoridades han sido incompetentes de gestionar a Yuscarán como un destino turístico, aun teniendo edificaciones emblemáticas que no se repiten en el país. No existe una iniciativa que permita convertir la Casa-Fortín en un Museo Regional con asistencia permanente, es aquí donde la misma sociedad civil debe exigir, plantear, diseñar o recrear un proyecto significativo. Valiosos aportes se pueden destacar incluso en los alrededores de la población, fuentes de aguas, numerosas bocas-minas abandonadas, bosques exuberantes sobre todo en el área nucleó de la Reserva Biológica de Monserrat. El cerro en referencia es una sustancial reserva de bosque nublado, de ahí se desprenden varias fuentes de agua, predominan sitios cubiertos de pino, liquidámbar y roble. Su acceso desde la ciudad de Yuscarán es fácil en vehículo o más interesante a pie, pues aún quedan “derechuras”.

YUSCARAN HOY
A pesar de la avalancha del “modernismo”, donde las tejas se cambian por cualquier techo, y del vecino irrespetuoso que no le importa seguir las normativas de conservación de un “Monumento Nacional”, la ciudad mantiene sus calles empedradas y sus edificios emblemáticos, estos últimos ya deben ser objeto de restauración. Corresponde a las corporaciones municipales y sociedad civil, no sólo conocer el legado histórico de la ciudad, sino poner en valor los atributos que se tienen, para efectos de turismo cultural, en una ciudad donde las fuentes de trabajo, no existen, y el crecimiento poblacional lleva un ritmo acelerado. No debemos olvidar que parte de la parentela cercana del paladín centroamericano Francisco Morazán, se desarrolló en Yuscarán.

Al amigo, Ramiro Bonilla González, “güirís mayor” y arquitecto de altos rumbos.

*Historiador con estudios de Antropología Cultural. Director de Gestión Cultural-CUROC-UNAH y docente en la UPNFM- Santa Rosa de Copán. Tel 89 02 70 49.

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