EL ROSQUETE: PATRIMONIO HISTÓRICO CULTURAL DE JACALEAPA

Autor: Luis Alonso Gómez Oyuela
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JACALEAPA, El Paraíso. Lo prometimos y aquí estamos llevando jirones de historia de nuestros municipios del interior. Hoy con Jacaleapa, cuyo nombre en náhuatl significa “En el agua de las Chozas”, que se origina por un pequeño río que bordea el poblado donde habitaban sus primeros pobladores. Es uno de los municipios que conforman, el departamento de El Paraíso. Se dice que la primer persona que identificó el lugar fue Simeón Díaz, quien tenía una hacienda llamada Jalala.

El municipio en sus inicios estaba habitado por nativos indígenas que hablaban la lengua náhuatl y vivían en pequeñas chozas, ubicadas entre el río Grande y el río chiquito. En el recuento de población de 1801 figuraba con el nombre de Xacaliapa, formando parte de la tenencia de Danlí.

Fue hasta 1858, que Jacaleapa obtuvo su categoría de municipio, con una extensión de 116.50 kilómetros cuadrados al norte de El Paraíso. Actualmente cuenta con una extensión territorial de 122.75 kilómetros cuadrados y está conformado por tres aldeas, La Chorrera, Lomas Limpias y Río Azul y 12 caseríos. La población hasta el 2021, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), era de 4,440 habitantes, 2,056 hombres y 2,384 mujeres. Entre sus principales actividades económicas se encuentran el cultivo de granos básicos, café, caña de azúcar y hortalizas; crianza de ganado vacuno, equino y porcino; avicultura y otros.

Jacaleaba es uno de los municipios con una historia muy particular, debido a su pequeña extensión territorial y número de habitantes con solo tres aldeas y 12 caseríos el índice de desarrollo humano está por encima de otros municipios de Honduras.

El periodista Reynaldo Argeñal, detalla algunos aspectos relevantes con relación a personajes importantes del devenir histórico, nativos de este término municipal, entre otros el general Teófilo Cárcamo, quien fuera consejero del general Manuel Bonilla. José Calazan Valladares, un comerciante importante a principios del siglo 20. Este hombre era un adinerado comerciante que viajaba a la zona sur, específicamente hasta el Puerto de Amapala para llevar y traer mercadería, tarea que realizaba con 200 mulas de carga. Fue amigo personal del general César Augusto Sandino. Un dato curioso en la vida de este mulero, es que portaba un anillo que habría comprado a Sandino que, fue propiedad de un soldado de la Fuerza Naval de Estados Unidos. Dicha prenda después de la muerte de Calazan anduvo en manos de sus descendientes hasta que unos maleantes lo robaron durante un asalto. Durante la hambruna de 1929 se convirtió en benefactor de familias pobres a quienes proporcionaba trabajo por alimentos, actividad que consistía en separar los granos de maíz, frijoles y arroz que habrían de llevar a sus casas para alimentar a sus hijos.

Otro personaje histórico fue Catarino Rivas, padre del doctor Mario Catarino Rivas, cuyo nombre lleva el hospital de San Pedro Sula. Catarino Rivas, emigró de Jacaleapa al norte en busca de mejor vida durante la denominada “fiebre del oro verde”, durante este tiempo conoció a una ciudadana de origen guatemalteca con quien contrajo matrimonio, procreando entre otros hijos, al prominente médico altruista sampedrano.

En el arte, la educación y la filantropía se destacan otros ciudadanos que merecen un sitial en la historia de Jacaleapa, son ellos Emelio Valerio Argeñal, músico y compositor autodidacta. Marcial Maradiaga llegó a ser director de la Banda de los Supremos Poderes, compuso varias marchas marciales que fueron ejecutadas por las Bandas militares de Estados Unidos. Entre los docentes figuraron Trinidad Maradiaga, ganaba 30 lempiras mensuales. José Antonio Baquedano, todo un caballero, dedicado, disciplinado y culto. Ignacio Morazán, fundador del primer Jardín de Niños. Reynaldo Salinas, fundador de la Escuela Agronómica de Oriente y la colonia que lleva su nombre. Salinas, cada año viene a celebrar con los de la tercera edad. Un verdadero altruista de mucha raigambre y amor a su pueblo y coterráneos.

La cultura e identidad de Jacaleapa no debe quedar al margen de este reportaje. La industria del rosquete podría desaparecer porque las familias dedicadas a este patrimonio van de salida. Quiza algunos de mis lectores han escuchado la frase “los rosqueteros de Jacaleapa”. Los rosquetes son parte de una tradición y una cultura muy propia que llena de orgullo a quienes todavía sostienen esta industria.

Bienvenida Valladares, con el entusiasmo y simpatía que caracteriza a la mujer “jacaliapense” expresa con marcada emoción haber seguido los pasos de su madre Andrea Rodríguez y sus abuelas, Marcelina Rostran y Narcisa Morazán, “los rosquetes son parte del patrimonio histórico y cultural de Jacaleapa y mientras haya vida estaré frente al mesón y el horno fabricando rosquetes, rosquillas y hojaldras”, expresa con la pasión de todo emprendedor que se aferra a un patrimonio único de su pueblo. “Afortunadamente, los rosquetes continúan siendo un bocadillo muy apetecido por los clientes que vienen desde Danlí y otros municipios. Cada semana son horneados, entre cuatro y cinco mil rosquetes y los demás productos derivados del maíz, los rosquetes son parte de las tradiciones y orgullo de todo un pueblo. Seguiré hasta el final de mis días con esta tradición gastronómica que se remonta a muchos años atrás”.

De todo lo anterior escrito sobre aspectos históricos del municipio, el rosquete es la imagen principal de Jacaleapa, por lo tanto, la municipalidad debe declarar el rosquete como patrimonio histórico cultural del municipio y con ello hacer memoria de las mujeres del ayer que cargaron los canastos hacia los mercados de Danlí y Tegucigalpa. LA TRIBUNA, hoy rinde honor al rosquete y desde luego a quienes por años han mantenido viva esta tradición.