Migdonia Ayestas, Directora del Observatorio de la Violencia/UNAH: “Los hombres se creen dueños de las mujeres”

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20 de enero de 2024
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01:26 am
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Migdonia Ayestas, Directora del Observatorio de la Violencia/UNAH: “Los hombres se creen dueños de las mujeres”

En menos de tres horas matan a una persona en Honduras y quien lleva esa cuenta es esta mujer de pelo corto, maestra de carrera, la que dejó, precisamente, por amenazas de las maras. Literalmente, se dedica a contar las muertes violentas, desde el 2005, con la esperanza que sirvan para revertir el problema. Monitorea 140 medios de comunicación hasta los fines de semana y se sabe el número de página de los sucesos de los periódicos. Y a pesar de vivir inmersa en esas estadísticas luctuosas, entre ellas su sobrino, sale alegre de su oficina con una taza de café y una galleta en la mano. “El café está frío y la galleta es vieja y dura”, dice y explota en carcajada. Eso sí, no tolera a los machistas, ni las cifras manipuladas, como las que acaba de presentar el ministro de Seguridad, aquí lo delata.

—No vi tan alegre al ministro de Seguridad a su lado cuando le refutó los índices de violencia en un foro televisivo reciente, ¿le dijo algo a solas?
No me dijo nada. Es una persona accesible, se puede hablar con él y tiene conocimiento. Yo estoy acostumbrada a decirles las cosas a los funcionarios, de frente, con las evidencias de una labor, que la universidad me ha encomendado. Son pocos los que me increpan, como en el gobierno pasado, la mayoría me animan a seguir adelante.

–Pero, ¿son ciertas esas estadísticas de él?
Mire, en el 2022 el gobierno dijo que iba a cerrar en 35 por ciento y cerró en 38.2 en homicidios y cada punto es 80 muertes. Nos hacen falta tres meses para validar el año pasado. La Secretaría dice que está en 31.3, pero creo que va a estar entre 34 y 37 por ciento.

¿Cuáles son sus fuentes?
Son varias, comenzando por la Policía, Medicina Forense, RNP, INE y después el monitoreo de 140 medios, organizaciones de la sociedad civil, iglesias y la población en general que nos escriben para decirnos si tenemos tal caso.

–Desde que usted se dedica a este trabajo, ¿han bajado los índices?
El Observatorio hace análisis desde el 2005, que comenzamos con una tasa del 35 por ciento, pero la época más alta fue entre 2011 y 2013 hasta llegar al 86 por ciento. Luego, vino un descenso hasta llegar a 38.2 en el año 2022, que es el último dato que tenemos.

¿No se cansa de contar muertos?
Llega un momento que cansa, a veces, ni el fin de semana dejamos de trabajar; no se trata solo de contar muertes, lo que andamos buscando es que se reduzcan las muertes violentas. No es fácil ver, día con día, tantos muertos. Veo los medios, desde las 5:00 de la mañana, y en el carro, sigo escuchando cuatro radios en el trayecto a mi trabajo, por eso se vuelve una pasión, esperando, que lo que hacemos sirva para prevenir con políticas públicas.

¿A mayor cobertura de los medios, mayor muertes?
No, más bien hemos visto que los medios ya no despliegan aquellos grandes titulares, como antes y la cobertura a una página, menos amarillistas y sensacionalistas, aunque nos sirvan de pruebas en diferentes instancias. Lo que nos preocupa es que la información sea bien tratada y que a las mujeres no se les culpe porque las mataron y al agresor se le trate como víctima.

¿Cuál es la causa principal?
Desde causas estructurales como: la pobreza, desempleo, la desintegración familiar, migraciones, tenencia ilegal de armas, tráfico, pero, también, los móviles directos, como: la criminalidad organizada y la delincuencia común, la debilidad de las instituciones, corrupción y la impunidad, porque un hombre, cuando le quita la vida a una mujer, tiene el 95 por ciento de probabilidades que no lo juzguen. Además, la convivencia, ya que los hondureños no saben cómo resolver un conflicto y pasan a las muertes violentas.

¿Esta Policía es confiable?
Le hace falta, van por buen camino, menos del 40 por ciento de la población confía en las instituciones de seguridad, a pesar de los esfuerzos de depuración y sacar a las manzanas podridas.

¿Por qué tanto feminicidio?
Hay toda una cultura. Nosotros solo vemos la punta del ice berg, que es la muerte de las mujeres, pero al preguntar por qué las matan, la respuesta es por el simple hecho de ser mujer. En el hogar se nos ha enseñado que somos para la casa, las sumisas, estamos para obedecer y eso crea estereotipos de que somos objetos y que solo los hombres tienen derechos y el control. Los hombres creen que son dueños del cuerpo y el pensamiento de las mujeres y cuando se niegan a obedecerle o se niega a continuar una relación, entonces lo que hacen es matarlas.

¿El feminismo ha ayudado o ha empeorado la violencia?
El movimiento feminista ha ayudado a evidenciar las condiciones de las mujeres, a sensibilizarlas y dotarlas de capacidades para que digan no a la violencia, para que sepan que, cuando te humillan, cuando te lanzan el plato, cuando te alzan la voz, es violencia; cuando ese hombre no quiere aportar para sus hijos, ya separado, eso, también, es violencia. Hace falta mucho por hacer, porque la cultura patriarcal es como la pandemia, está en todo el mundo. Los machistas deberían entender, que no es matando a las mujeres que se resuelven los problemas.

¿Cuántas muertes diarias?
En promedio, hay nueve muertes violentas diarias, pero hay fines de semana que mueren entre 24 y hasta 36 personas. Este año llevamos en promedio nueve víctimas diarias, eso es grave, porque una tasa de 34 por ciento es cuadruplicar la tasa tolerable de las Naciones Unidas; es decir, un país no violento debe tener tasas por debajo del ocho por ciento, eso solo tiene ahora El Salvador.

¿Se ocupa mano dura?
No solo es mano dura, ni control del delito, hay que trabajar en los otros pilares principales, como: la prevención, la rehabilitación y la reinserción social.

–Hay muchos desaparecidos, ¿cree que los buscan?
El tema de los desaparecidos es un problema que el Estado debe considerar porque es el duelo de la familia, no saben si están vivos o muertos, el hecho es que se les debe dar respuesta, y el Estado está obligado a dar respuesta.

¿Ha funcionado el estado de excepción?
Creo que queda en términos intermedios, hace falta mayor estrategia, los homicidios han bajado, pero siguen la extorsión, aunque la gente debe denunciarlo, porque no se puede actuar de oficio.

¿Cuál debería ser el aporte de la sociedad civil?
Siempre pensamos que la seguridad ciudadana es un tema de los operadores de justicia, pero se deben involucrar a la ciudadanía, los maestros, los médicos y los líderes religiosos.

¿Cómo está el Observatorio?
Tenemos un presupuesto limitado, poco personal, la demanda nos rebasa y esperamos apoyo del nuevo rector, el abogado Odir Fernández, que conoce muy bien de nuestra labor.

¿Han querido manipular los informes?
En el gobierno pasado quisieron destruir el Observatorio, socavar la metodología, el equipo, pero la ventaja es que es independiente y todo es pagado por la UNAH.

¿Ha recibido amenazas?
Sí, dejé mi carrera docente en la escuela porque me amenazaban las maras y pandillas después que me reconocieron en televisión.

¿Mensajes directos?
Me lo mandaban a decir con las profesoras y ellas me lo escribían en papel. Los padres de familia entraban a decirme que andaba un carro dando vuelta o me punchaban la llanta del carro, no fue fácil.

¿Y actualmente?
No he sentido una amenaza directa, siempre me dicen con sutileza cuídese y obviamente, sé que debo tomar las medidas adecuadas para no ponerme en riesgo.

¿Alguna víctima de la violencia en su familia?
Sí, a uno de mis sobrinos le quitaron la vida siendo policía en San Pedro Sula, es doloroso y, por eso, entiendo a las familias de las víctimas y la necesidad de que el Estado responda.

¿Quiso ser policía?
Me encanta la criminalística, pero tampoco es que soy policía, mi pasión es la docencia.

ELLA ES…
Mignonia Ayestas Cerna nació en Santa Cruz, en el municipio de El Paraíso, El Paraíso, el 12 de octubre de 1967. Se graduó de maestra de Educación Primaria en la desaparecida Escuela Normal de Señoritas España, de “Villa Ahumada”, Danlí. Es Licenciada en Pedagogía con diplomado en violencia social y una especialidad en Suecia. Posee, también una maestría en género y educación. Ejerció la docencia en primaria, media y universitaria durante 25 años. También, ha laborado en programas de prevención de violencia de la ONU.

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