VIDA EN EL CAMPO: EL ENTORNO MENOS CONTAMINADO

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7 de enero de 2024
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12:19 am
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VIDA EN EL CAMPO: EL ENTORNO MENOS CONTAMINADO

Solo en el campo el ser humano tiene contacto permanente con las aves de corral.

Autor: Luis Alonso Gómez Oyuela
Email: [email protected]

DANLÍ, El Paraíso. El primer reportaje del año nos lleva tierra adentro. Dejamos la jungla de cemento, los ruidos ensordecedores de las motocicletas con bazucas, de los vehículos pequeños y pesados con los interminables sonidos de los cláxones en las congestionadas calles y avenidas de la ciudad. Hoy nos vamos al campo donde podemos disfrutar de todas las bellezas naturales y lo que produce nuestra gente de tierra adentro.

A menudo la vida en el campo está asociada a un entorno con menos población, rodeado de animales, vegetación, hierba, árboles, cultivos. Es un entorno menos contaminado. Un lugar tranquilo en el que los lujos, desde el punto de vista material, no predominan. Aquí existe la tranquilidad, el aire limpio o la pertenencia a una comunidad son algunos de los factores más relevantes para valorar la calidad de vida.

Este es el fruto de la vida en el campo.

También está relacionada con la facilidad de acceso a bienes y servicios, las oportunidades de empleo y desarrollo profesional (aunque en la práctica no es posible debido a factores políticos y sociales) o las posibilidades de ocio o actividades culturales son también aspectos importantes.

Hoy día, debido a las condiciones de inseguridad en la ciudad, familias completas se plantean en algún momento de su vida, la posibilidad de cambiar la ciudad por el campo. También existe el fenómeno de familias rurales que prefieren abandonar sus tierras para vivir en la ciudad, quizá vislumbradas por las luces y la falsa perspectiva de mejorar las condiciones de vida.

La riqueza de la tierra está en las manos del que la trabaja.

El entorno rural o la opción de residir en un pueblo más pequeño, es una solución óptima por la posibilidad de estar más relajado y la mejor forma de adquirir una paz mental. Sin embargo, es la vida en el campo la que ofrece un ambiente de paz. Pero no todo es positivo, especialmente en nuestro medio donde el Estado desde siempre relegó a la población a vivir en condiciones de pobreza y miseria y, es precisamente esta gente la que abandona el campo porque no les quedan otras opciones, por ejemplo, la educación de sus hijos.

Con respecto a la educación, el área rural continúa en condiciones de abandono. La educación básica apenas cubre el sexto grado y con suerte hasta el noveno grado. Este sector de población se queda en el campo, son la mano de obra para ayudar a los padres en labores de agricultura. Muchos de estos jóvenes forman parte de las caravanas de migrantes sin muchas posibilidades de lograr sus objetivos por carecer de educación formal.

El pastor Martín Flores (QDDG), conoció la alegría de ver las primicias de su trabajo en la tierra.

La vivencia en el campo tiene dos componentes: los que son poseedores de parcelas para dedicarse a la agricultura y caficultura como una de las fortalezas en el área rural y los que no poseen absolutamente nada, para estos la vida en el campo carece de incentivos. Este núcleo de población es la que menos oportunidades tiene y en quienes el Estado debe fijar su atención.

Por lo tanto, la educación, base fundamental para el desarrollo, normalmente en el campo, alejados de los núcleos de población urbana continuarán enfrentado la disyuntiva entre quedarse viviendo en la miseria o emigrar y, así el campo se queda sin ese recurso valioso para el desarrollo económico del país. El gobierno ha venido reiterando que su compromiso está en el campo, pero no solo es repartir bonos; lo fundamental es la escuela y la formación técnica de esos grandes núcleos de población. Suena muy bonito decir volver al campo, pero, sin el recurso educación, el panorama es incierto.

Esta es una pequeña granja caprina en el campo.

Recién el gobierno firmó en Dubái el compromiso para la protección el medio ambiente. Qué tal si a través de la Secretaría de Educación y otras instituciones del Estado comprometidas con este ambicioso proyecto dan paso, por ejemplo: si a los niños y niñas que asisten a centros de enseñanza les proporciona el Estado espacios cercanos naturales que les permitan desarrollar mejor sus habilidades cognitivas. Actualmente de los centros de educación prebásico hasta el noveno grado los niños y adolescentes reciben clases entre muros que más parecen campos de concentración.

Ya es tiempo, aunque el proceso es largo y costoso, se considere no solo la ubicación de los colegios, sino la red de autobuses, transporte público y el círculo de amistades para una mejor convivencia entre los niños y adolescentes. En otras palabras, mejorar el estilo de vida para dar paso a una nueva generación de profesionales para crear una sociedad con valores.

El producto que genera empleo a la gente de la ciudad está en el campo.

Cuando hay voluntad todo es posible. La vida en el campo es una escuela de aprendizaje. Muchos niños y jóvenes de la ciudad desconocen cómo se ordeña una vaca, los procesos productivos, ver un árbol de aguacate en producción o cómo se desgajan los granos de café del arbusto, cómo se conservan las fuentes de agua y se cuidan los bosques. Y, finalmente, cómo un ama de casa amasa la harina para fabricar tortillas o preparar el horno para cocer el pan, e incluso como dar de comer a las gallinas. Todo lo anterior es vida, una escuela, un colegio y la universidad de la vida.

Fuente: Educapeques

En lo más recóndito de la montaña las gallinas con el cacareo anuncian que llegó un nuevo día.
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